evidencia como el derecho ambiental muchas veces no logra proteger a todos por igual, generando
situaciones de injusticia ambiental (Bolados P. et al., 2021).
El derecho ambiental ha sido insuficiente para corregir estas asimetrías, perpetuando injusticias
ambientales que contradicen los principios de equidad y sostenibilidad, por ello, se vuelve
necesario adoptar enfoques interseccionales y de justicia distributiva que contemplen una
protección diferenciada y eficaz para los grupos vulnerables en consecuencia estos enfoques no
solo reconocen su mayor exposición al daño ambiental, sino que también garantizan su derecho a
participar y tomar decisiones sobre el uso de sus territorios, fortaleciendo así los planos
distributivos, procedimental y de reconocimiento en la gobernanza ambiental (Leach et al., 2018;
Schlosberg, 2013).
Esta problemática adquiere dimensiones más críticas en contextos como el de Yutzupino, Napo
donde la minería ilegal no solo provoca daños ambientales irreparables, sino que también se
vincula dinámicas ilícitas como el narcotráfico, que desplazan y marginalizan aún más a las
comunidades indígenas (El Universo, 2022; Fundación Pachamama, 2021), además, para Bonilla,
M. (2023) “La minería ilegal en Puerto Napo se vincula a narcotráfico, desplazando a comunidades
indígenas y perpetuando su marginalización” (p.9).
Esta situación refleja una fractura estructural en el sistema jurídico ecuatoriano, donde las
garantías constitucionales se ven debilitadas por la falta de acción estatal efectiva, la débil
fiscalización ambiental y la exclusión de las comunidades en la toma de decisiones que afectan
directamente su territorio y su modo de vida (Vaca, P. et al. 2025).
Las principales teorías sobre asimetrías ambientales y grupos vulnerables han evolucionado
desde enfoques tradicionales hacia perspectivas críticas que integran dimensiones sociales,
económicas y culturales, en este sentido, la teoría de Justicia Ambiental, desarrollada por autores
como Bolados, P. et al., (2023), sostiene que los impactos ecológicos se distribuyen desigualmente,
afectando principalmente a comunidades marginadas, como se evidencia en las zonas de sacrificio
chilenas donde el desarrollo industrial se impone sobre la salud de las poblaciones locales.
Las corrientes analizadas coinciden en que reconocer a la naturaleza como sujeto de los
derechos constituye un avance esencial para fortalecer la protección ambiental, sin embargo,